Mauro Bravo, ingeniero de caminos, es voluntario de Namlo Europa y ha viajado a Nepal en dos ocasiones para supervisar la construcción de la escuela de Kyamin.
- ¿Cuál es tu labor en Namlo Europa?
Mi labor se basa en la supervisión de los trabajos de construcción de la escuela Kyamin, en Kalesti, un pequeño pueblo a unos 10 km de Damauli, capital del distrito de Tanahun.
- ¿Qué te motivó a colaborar con Namlo?
Mientras estaba en búsqueda activa de empleo, tenía disponibilidad de tiempo y me motivaba la posibilidad de sacar partido a mi experiencia colaborando de forma altruista con una organización sin ánimo de lucro. A través de un anuncio de la organización contacté con Namlo y las conversaciones posteriores hicieron el resto.
Estas Navidades volvieron a contactar conmigo para asesorarles en la segunda fase de construcción de la escuela. El azar y las circunstancias permitieron que dispusiese de 15 días de vacaciones para supervisar el arranque de la construcción de la segunda planta de la misma escuela de Kyamin.
- ¿Cómo ha sido tu experiencia en Nepal? Cuéntanos tus impresiones.
La experiencia ha sido muy curiosa, ya que ha sido como retomar el proyecto donde lo dejé, como si nada hubiese pasado en este tiempo: los profesores, la familia con quien me alojé, Krish Bhattarai -mi compañero de Namlo-…. Todo resultó de lo más sencillo. Han sido 15 días en los que no he necesitado adaptarme.
- ¿Cuáles han sido los retos en la construcción de la escuela de Kyamin? ¿cómo los han solventado?
El mayor reto ha sido planificar con antelación y comunicar los preparativos con los Mistris -supervisores de construcción locales-. También el hecho de respetar la forma local de construir, sin tratar de revolucionar con la forma de construir en España, introduciendo métodos y calidades que es imposible de implantar. Tratar de corregir lo importante y obviar lo irrelevante. Estos retos los hemos solventado con paciencia y respeto y la comunidad ha respondido de la misma manera.
- ¿Qué te ha aportado la experiencia?
Desde el punto de vista profesional, me ha permitido mejorar mi comunicación. El hecho de hablar en otro idioma obliga a esforzarse en cómo transmitir y recibir los mensajes. Desde el punto de vista personal, el aprendizaje de una cultura distinta de la mía desde la cotidianidad.
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